Monasterio en ruinas situado en una finca privada y vallada, muy cerca de las Siete Fincas. Es una pena que este gran edificio, del que se puede intuir el gran valor que tuvo, camine en el olvido hacia su destrucción completa. Tenemos varios escritos sobre su historia, que se exponen a continuación. Como esquema de su cronología, por las fuentes disponibles:

1598. Fundación como eremitorio de carmelitas descalzos.

Donación de Beatriz de Haro Portocarrero, viuda de Pedro Benegas, señor de la Villa de Luque

1600. Comienza a habitarse por 8 religiosos

1617. Abandonado por "no ser lugar salubre"

1623. Vendido al Dr. Jeronimo de Leiva, que lo habita como retiro

1625. Vendido a D. Femando de Argote quien lo arrienda a D. Lázaro Pérez para explotación ganadera, usado como cochinera.

1645. Incendio. Solo queda en pie iglesia y refectorio. Noticias de fenómenos prodigiosos, apariciones.

1687. Restauración, comprado de nuevo por los carmelitas.

1692. Los carmelitas fundan un hospicio, pero no se pone en marcha.

1710. Comienza a funcionar el hospicio

1715. Se desaloja el hospicio, de nuevo por considerarlo poco saludable. Queda al cuidado de dos frailes que dan misa los domingos.

1754. Comienza una campaña para su rehabilitación.

1766. Vuelve a ser hospicio.

1790. Se pide licencia para restituirle la licencia de convento.

1804. El convento se abandona y queda arruinado.

Desamortización. Es comprado por el Duque de Rivas.

Es incluido dentro del conjunto de la Finca La Alhondiguilla.

 

Más detallado aún el artículo de Notas Cordobesas, con el contenido del artículo "El desierto de San Juan Bautista: Un eremitorio de Carmelitas Descalzos en la Sierra de Córdoba (siglos XVI-XVIII)", de Luis Enrique Sánchez García

 

 

En el libro Andar por la Sierra de Córdoba: 12 itinerarios + 1 travesía Bartolomé Olivares también nos habla del monasterio:

 

Conocer la vida monástica y la relación que ésta ha ejercido sobre nuestra ciudad es una forma de acercamos a nuestra historia y con ello a entender su devenir.

El Monasterio del Desierto de San Juan Bautista fue fundado por los carmelitas descalzos el 2 de enero de 1598 gracias al mecenazgo de Dña. Beatriz de Haro viuda de D. Pedro Benegas, señor de la Villa de Luque. Esta dama funda este convento en una heredad de su propiedad sita en el pago del Cañuelo término de Santa María de Trassierra con el título de Nuestra Señora del Monte Carmelo.

Córdoba fue seguramente de los lugares más importantes por ser aquí donde los eremitorios se establecieron con carácter permanente. Este fenómeno se extendió por toda la sierra cordobesa dando fama a la vida secular que aquí profesaban sus monjes. En esta guía queremos ocupamos especialmente de estos vestigios que constituyen un rico legado que hemos heredado, lleno de milagros y hechos extraños que atestiguan y dan fe de nuestra sierra como un lugar divino.

La documentación de la que damos cuenta es fruto del minucioso trabajo de Luis E. Sánchez García, investigador amante y estudioso de nuestra historia que nos ayuda a entender los entresijos que acompañaron este santo lugar durante cientos de años, estando presente en este aire de misterio donde es posible asistir a hechos insólitos y milagrosos. Entre sus ruinas reina aún la presencia de tantos personajes que hicieron de él un lugar de profunda huella en la historia. El Papa Cemente VIII realiza su fundación el 19 de febrero de 1600, fecha que marca el punto de partida de la vida eremita en Trassierra. Su abandono tiene lugar en 1617, tras un pleito de la orden que manda sea clausurado y vendida su pertenencia. Como excusa alega no ser este un lugar saludable. Ganado el pleito y quedando este lugar en propiecad de nuestra ciudad, en 1623 este convento es vendido al Dr. Jerónimo de Leiva, tesorero general de Sevilla que decide retirarse a la vida solitaria encontrando en El Desierto el lugar idóneo.

Después de dos años de haber servido como vivienda, el inmueble es vendido a D. Femando de Argote quien lo arrienda a D. Lázaro Pérez para explotación ganadera y agrícola. Éste no habita El Desierto, sino que lo usa de receptáculo de animales especialmente cerdos. Para más agravante éste sufre un incendio en 1645 del que sólo se salva la iglesia y el refectorio.

A partir de que se suceden una serie de circunstancias peculiares de fenómenos "prodigiosos y milagrosos" de los que se conserva bastante documentación, testigos que relatan visiones de frailes carmelitas en las ventanas del convento, luces extrañas estando el convento deshabitado, animales encerrados en el interior son expulsados con violencia –como declara entre otros Gonzalo de Herrera que vio saltar los marranos por encima de una tapia de dos o tres varas de altura-. Algunos hombres que entraron al interior con la intención de profanarlo huyen asombrados por los hechos insólitos que se producen muriendo unos y perdiendo el juicio otros como le ocurrió al propio arrendatario D. Lázaro Pérez. Otros testigos oyeron música de órgano y canto de frailes los días del Corpus y Navidad, estando deshabitado.

En 1709 el convento es por fin recuperado quedando sin cronología los años intermedios. Los trabajos de restauración son abandonados de nuevo y retomados en 1710. Ese mismo año fray Juan de S. Alberto es nombrado presidente del hospicio que se crea en San Juan Bautista iniciándose una nueva fase en su historia.

El 24 de enero de 1713 fray Juan Velloso, religioso, enfermero de San Pedro del Real y médico de Córdoba hace declaración jurada, contando un hecho milagroso acaecido cuando se dirigía con un mozo en la noche al convento pues tenía que asistir a fray Andrés que se encontraba muy grave. Perdidos en la noche y sin rumbo oyen campanas y ven luces, lo que les hace acelerar la marcha y llegar a tiempo de salvar la vida de dicho fraile.

Este confiesa luego que no se habían tocado las campanas ni encendido luz alguna, con lo que el hecho se atribuye a otro milagro producido en este santo lugar.

En 1714 se suceden certificaciones médicas que declaran medicinales las aguas de dicho convento. Habiéndose curado muchas personas estas aguas se convierten en milagrosas, siendo muchos los cordobeses que buscan en ellas la sanación a sus males. En 1715 al morir el prior fray Andrés se da orden de desalojo por el padre Sebastián de la Concepción, general de la orden carmelita. De nuevo se alega como excusa que el lugar es insalubre para la vida monacal.

Tras pleitos y negativas los sucesores dan la orden a vender dicho convento. Se genera un pleito que es ganado tras interceder D. Félix Gimbert y Espinosa arrebatando a la orden su propiedad y pasando a ser ésta de la ciudad de Córdoba frente a la de Cádiz.

A pesar del desalojo esta vez el edificio corre mejor suerte quedando al cuidado de dos religiosos que lo abren los días de oficios a la población que acude fervorosamente los domingos.

Por el vínculo que tuvo la ciudad de Córdoba con este viejo eremitorio mantuvo su actividad religiosa y no cae en el olvido. Al cabo de 34 años se vuelve a solicitar la rehabilitación del mismo. En 1754 se inicia la campaña para su restauración. Por inventario de los años 1764 y 1765 conocemos el mobiliario y enseres de las distintas dependencias del convento especificando la iglesia, sacristía, ropero, panadería, despensa, bodega, cocina de los mozos, taquilla y caballería. Documentos valiosos para el conocimiento de los pormenores de la vida de la comunidad caracterizada por la autenticidad.

En 1766 el edificio es acondicionado como hospicio en la sierra y en 1790 se pide licencia para restituirle la cualidad de convento.

Según Ramírez de las Casas-Deza en 1804 el convento se arruina y es cerrado. Desde entonces permanece cerrado. A nosotros ha llegado en forma de ruinas de las que pocos conocen su historia.

José Aumente Rubio nos habla del Desierto de San Juan Bautista en el Plan de Desarrollo Sostenible de Santa María de Trassierra

El desierto de San Juan Bautista, eremitorio de carmelitas descalzos, fue fundado en 1598, gracias a la donación de una heredad por parte de Doña Beatriz de Haro Portocarrero, viuda de Don Pedro Benegas, señor de la Villa de Luque; aunque fue en 1600 cuando empieza a habitarse por una comunidad de 8 religiosos. En 1617 fue abandonado y posteriormente vendido, utilizándose para guardar cerdos, dentro de una explotación agrícola y ganadera ubicada en el "sitio" del Desierto. En 1645 sufrió un incendio, del que sólo quedaron indemnes la iglesia y el ofertorio. En 1687 los carmelitas compran de nuevo la propiedad y restauran el edificio, para volver a ocuparlo en el año 1692, esta vez como hospicio. De nuevo volverá a ser abandonado, y vuelto a ocupar por dos ocasiones más, durante los periodos 1710-1720 y 1754-1766, para quedar definitivamente abandonado. Ramirez y Las Casas-Deza cita 1804 como el año en que se arruinó el convento. El Desierto queda sólo como topónimo de una finca propiedad de los carmelitas descalzos de Córdoba. Con la desamortización pasó la propiedad al Duque de Rivas, y durante el presente siglo ha sido habilitado en alguna ocasión como alojamiento para los temporeros del cortijo de la Alhondiguilla, propiedad a la que pertenece en la actualidad. Hace algunas décadas los carmelitas de San Cayetano pidieron permiso al propietario de la finca para retirar los restos de sus compañeros enterrados en el cementerio de dicho eremitorio. Se conservan bastantes restos del edificio, que permiten adivinar la antigua disposición de la enorme construcción, que ocupa 1.072'5 metros cuadrados, aunque si se tiene en cuenta la cerca que bordea los lados norte y oeste del mismo, dentro de la cual quedan ruinas indeterminadas, todo el conjunto superaba los 2.500 metros cuadrados. Según inventarios de 1764 y 1765, el desierto de San Juan contaba con iglesia, sacristía, panadería, despensa, bodega y antebodega, camarachón, cocina de la comunidad, cocina de los mozos, taquilla y caballeriza.

En un cerro cercano se localizan unas escasas ruinas que nos son más que los restos de una ermita, la de Jesús Crucificado, construida para retiro de los religiosos del monasterio, gracias a los 1.000 ducados donados por Doña Francisca de León, vecina de Sevilla, en los primeros años del siglo XVII.

La manera más fácil de llegar al monasterio del Desierto es por el camino del Bejarano a la Alhomdiguilla, viniendo desde la urbanización Las Siete Fincas, a la que se accede desde el Lagar de la Cruz. Si seguimos por la pista de Las Parrillas, tras pasar la fuente del mismo nombre, llegaremos a un cruce de caminos: Si tomamos el de la derecha nos llevará al cortijo de la Alhondiguilla, en la misma dirección llegaremos a Los Baldios, y el de la izquierda nos conduce al Bejarano. Tomamos este último y a unos quinientos metros surge un cortafuegos a la izquierda, que nos conducirá hasta el mismo monasterio, situado en lo más alto del cerro y que en los planos aparece como Casa de la Aguardentera.

También José Aumente, en Paisajes con Historia

Cuenta la leyenda que cuando fray Juan Velloso, religioso enfermero de San Pedro el Real, y don Francisco de Herrera, médico de Córdoba, se dirigían al desierto de San Juan Bautista, en el pago del Cañuelo, término de Santa María de Trassierra, para asistir a Fray Andrés, religioso carmelita que ostentaba el título de presidente del hospicio secular de San Juan Bautista, que se encontraba muy grave, el repique de la campana del convento y una intensa luz que salía de una gran ventanal, hizo que se orientaran y aceleraran la marcha en medio de la oscuridad de la noche, con lo que pudieron llegar a tiempo de salvar la vida del religioso, aunque en realidad la campana no tocó ni existía tal ventanal ni luz del convento. Este suceso debió ocurrir por el año de 1713, y es tan sólo uno de los muchos hechos prodigiosos registrados en torno a este eremitorio, cuya historia aparece plagada de milagros y leyendas. Así, en la década de 1640, durante uno de los vanos períodos en el que el convento estuvo abandonado, se prodigaron los fenómenos paranormales, como cánticos en días festivos, apariciones o visiones de frailes, expulsión violenta de animales, muertes súbitas de los profanadores y luces y tañidos de campanas.

Parece que los milagros son cada vez más escasos, y los "profanadores" ya no sufren las iras de monjes iracundos venidos del más allá, así que del Monasterio del Desierto se fueron llevando todo aquello que tuviera algún valor. En las noches oscuras y silenciosas del convento, los tejados desamparados se fueron hundiendo uno a uno. Por el techo sin techo entró la noche e inundó todas las estancias. Y la chimenea, el horno, la cocina, la iglesia, la sacristía, y también la panadería, la taquilla, la caballería, el camarachón, la bodega y antebodega y hasta el claustro al completo, acabaron desmoronándose. Se ahuecaron los suelos y se pudrieron las maderas. Todo absolutamente todo chirría y se queja, mientras cualquier viento mueve las hojas de los abandonados frutales de la huerta, y por una puerta sin puerta, entra el aire que esparce la ceniza de la última lumbre. El aljibe ya no tiene agua, de su oscuro agujero asoman ahora palos y ramas de una atormentada higuera. Pero a pesar de todo, todavía se siente una honda sensación de misterio y romanticismo cuando se penetra en aquellas vetustas ruinas.

El desierto de San Juan Bautista, eremitorio de carmelitas descalzos, fue fundado en 1598, gracias a la donación de una heredad por parte de Doña Beatriz de Haro Portocarrero, viuda de Don Pedro Benegas, señor de la Villa de Luque; aunque fue en 1600 cuando empieza a habitarse por una comunidad de 8 religiosos. Ramírez y Las Casas-Deza cita 1804 como el año en que se arruinó el convento. El Desierto queda sólo como topónimo de una finca propiedad de los carmelitas descalzos de Córdoba. Con la desamortización pasó la propiedad al Duque de Rivas, y durante el presente siglo ha sido habilitado en alguna ocasión como alojamiento para los temporeros del cortijo de la Alhondiguilla, propiedad a la que pertenece en la actualidad.

Imagen aérea de BING Maps

desierto 

 

Fotos del monasterio en la actualidad

Boca de un aljibe (tiene dos bocas)

Esta parece la capilla

Esta parece la portada principal. Orientada hacia el arroyo (sur)

 

 

Los escasos restos que quedan de la ermita de Jesús Crucificado que menciona Aumente. Aunque en la cartografia catastral de 1950 aparece como Torre

Podemos ver más fotos en la galería de VERTICE


Vídeo de Javi Martínez

Ubicación del monasterio

Ver en BING Maps