El dicho popular «no se le pueden poner puertas al campo» no es válido para Córdoba. La capital es la única que no tiene puertas de entrada ni de salida. Sin embargo, en la sierra, la campiña o la vega, se ande por donde se ande, siempre hay una valla que impide el camino al amante de la naturaleza. Y quien quiera, que lo compruebe.

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